Tania Libertad Lun Mayo 20, 2013 10:31 pm
L.E.P. Tania Libertad Martínez Ramírez
Sede: Valle de Oaxaca Grupo: 1
En el campo
educativo se ha hecho uso de sin fin de conceptos para el discurso y quehacer
docente, por lo cual se llega a pensar que son términos conocidos, dominados y
sobre todo utilizados. Es el caso de la palabra “planeación”, un término muy
comentado, pero poco valorado y practicado por nosotros los docentes.
Día a día nos
enfrentamos a retos educativos, objetivos, propósitos, metas, etc., que se
plantean o identifican desde el inicio del ciclo escolar, de los cuales se
derivan proyectos, situaciones o unidades didácticas, planes anuales, mapas
mentales., no obstante y sin dejar a un lado todos requieren de la elaboración
de una planeación entendida esta como “un proceso de toma de decisiones
anticipadas a través del cual describimos las etapas, las acciones y los
elementos que se requieren en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Estas
decisiones se refieren al qué, cómo, cuándo y para qué enseñar y al qué, cómo,
cuándo y para qué evaluar”. Según la Guía del Maestro Multigrado 1999 p. 67.
Este proceso es
desconocido en un gran porcentaje sobre todo entre los docentes, podemos
referirnos a situaciones estadísticas que muestran la deficiencia de este
proceso, tanto en los elementos que lo conforman como en su aplicación. Sin
bien es cierto que no existe una receta para el trabajo del quehacer docente,
es necesario tomar en cuenta los componentes de la actividad cognoscitiva
mencionados en la antología de Didáctica del Proceso Enseñanza Aprendizaje p.
78, los cuales son la Motivación, Orientación, Ejecución y Control. Tomando en
cuenta que la motivación debe estar durante todo el proceso.
Sin embargo al
momento de planear, el docente “imagina” todas las actividades que pueden ser
trabajadas dentro del espacio áulico., pero en muchas ocasiones esta planeación
está más centrada en el desarrollo del contenido y la acotación de los tiempos,
así mismo tiene una estructura casi o se podría decir rígida, en donde algunas
de las actividades no se cumplen, esto tiende a desvirtuar el propósito y por
ende el contenido.
Sin aun
planeando actividades imaginarias y llevando la estructura de la misma no se
cumplen los objetivos, que se puede esperar de un trabajo no planeado. Este
último caso es el más frecuente entre los docentes. Aun sabiendo la importancia
de esta actividad, se ha dejado olvidada y a la aventura. La rutina invade al
docente, el desconocimiento lo aísla y desidia lo pierde. Por tanto querer
llegar a un punto determinado sin una ruta trazada, es meterse a un laberinto.