La planeación escolar es fundamental como brújula que orienta las acciones que desarrollamos en el aula hacia nuestras metas. En él se funden el programa escolar, nuestra visión y objetivos como decente y las necesidades de los alumnos.
Uno de los errores en los que más fácilmente se puede caer es iniciar las actividades sin un visión generalmente del proceso que se pretende desarrollar. El NO pensar una a una las clases, siguiendo un plan prediseñado, nos coloca en una posición de ejecutores casi técnicos, que buscan como llenar día día las horas de clase. O en seguidores autómatas de un programa (a veces sin mucha compresión del mismo)
Es importante considerar preguntas como:
¿Para qué dar esta materia o clase?
¿Cómo puede esto impactar en su vida personal?
¿Qué puedo yo ofrecer a mis alumnos?
¿Qué busco lograr con este trabajo?
¿Cómo hacer para que en su conjunto estos trabajos se conviertan en una herramienta para la vida?
¿Cuál es mi objetivo como docente en esta materia?
¿Cómo cada una de las clases o actividades me van ayudar a llegar a mi objetivo?
¿Cómo hacer para que las enseñanzas de este trabajo trasciendan?
Estas preguntas buscan identificar la esencia del los trabajos que desarrollarnos y convertirse en las pistas necesarias para realizar nuestro plan. Una vez teniendo claros estos puntos de partida puedo dar sentido y coherencia a cada una de mis acciones educativas.
No es necesario preguntarnos con que comienzo. Es necesario cuestionarnos por qué y para que comienzo por ahí y adonde me va a llevar. Es decir no considerar a la planeación como una técnica si no como una estrategia.